La danza en la Unidad Central del Valle del Cauca: crónica de cuatro generaciones
Abstract
Los pueblos primitivos tuvieron en la danza no sólo un factor lúdico que atenuaba el
rigor de las jornadas laborales, sino que adquiría un carácter ritual.
La danza es el símbolo que traza el cuerpo para expresar variados lenguajes
internos. Los aborígenes prehispánicos de las tres Américas abundaban en sus
rituales dancísticos con los cuales de algún modo conjuraban la dureza de la
cotidianidad y al mismo tiempo simbólicamente se unían al universo.
Al contacto con las músicas y bailes europeos, se hicieron más multiculturales.
Colombia ha sido exuberante en materia dancística y el Valle del Cauca, un espacio
de convergencias culturales de las danzas que provienen de diferentes rincones,
desde el Pacífico hasta el Caribe, pasando por la región andina y la zona oriental
no es una excepción. En la ciudad de Tuluá, según Ramiro Arana Marmolejo en su
ensayo “La dancística tulueña”(1983), capítulo del libro “Tuluá”, de Daniel Potes
Vargas, et al, 1983, fue cultivada la danza con carácter palenquero y como
expresión de libertad de los afrodescendientes como defensa de una profunda
identidad cultural que se negaba a dejarse extinguir, en medio de la avalancha de
los aires extranjeros.
Como símbolo de la danza negra tulueña se cita a Arcelia, danzarina legendaria
orgullo de los afrodescendientes de la época quien con su frágil cuerpo deleitaba a
los espectadores con su entrega al símbolo libertario que ella expresaba, a través
de sus movimientos sensuales y rebeldes. El referente espacial de la negra Arcelia,
era el emblemático puente de Las brujas. Allí también hacia exhibición de sus
talentos y al mismo tiempo deleitaba con su destreza gastronómica fabricando
manjarblanco y dulce de casabe. Cada pueblo tiene sus danzarines mitológicos y
para la ciudad de Tuluá, Arcelia y Ramiro Arana lo son dentro del proceso histórico
de la danza.
Descripción
Libro